A la mañana siguiente, Irma no me quitaba el ojo de encima. Como ya había establecido la costumbre de decir lo que pensaba sin que me lo preguntaran, mi todavía amiga esperaba el momento de darme la noticia de primera plana
Tabernícolas, huevosaurios, pedodáctilos y mamuts sin lana II (A la mañana siguiente)
Deja un comentario